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La educación debe ser consensuada

La educación debe ser consensuada

La educación debe ser consensuada

Desde la perspectiva que de forma privilegiada se me ofrece en la actualidad, escribo estas líneas con el propósito y la esperanza de que lo lea algún político con poder y buena voluntad y sea el propulsor de algo que debe instalarse en la sociedad española, donde prima tanto hablar de posturas fascistas, progresistas, eclesiales, y una larga lista de adscripciones  que , a la mayoría “silenciosa” de los ciudadanos   le está llevando al hastío y a que su paciencia se agote.

 

Asistimos desde hace tiempo a luchas “tribales” entre las fuerzas políticas de nuestro país sobre sectores puntuales de la vida social y uno de ellos es la educación.

 

Se supone que las elecciones democráticas habilitan a los políticos para que se gobierne para todos los españoles una vez que se ha expresado el ciudadano en las urnas.

 

Como lo que prometen los políticos de turno no lo cumplen cuando ejercen el poder, desearíamos que de una vez por todas la política educativa respondiera a una administración de consenso.

 

El partido político de turno coloca de forma demagógica en sus programas electorales una serie de reivindicaciones; entre ellas derogar la Ley que ha producido el anterior, de una forma irresponsable que lleva a los ciudadanos al desasosiego y a la desesperanza.

 

Desde la implantación de la LOGSE la educación se ha transformado en la arena de lucha donde se dirimen las pasiones y la venganzas políticas más absurdas.

 

El rodillo político se ejercitó en aquella época sin compasión y se sacó una Ley que no contó con la aceptación de parte de la sociedad.

 

Cuando los oponentes a esa Ley toman las riendas del poder implantan otra Ley que siguió los mismos cauces.

 

Las dos Leyes contaban con una necesidad que era reformar la educación de forma urgente ante las alarmante cotas de deficiencias en campos diversos que se estaban detectando.

 

Actualmente se vuelve al mismo sistema de dar marcha atrás o de retomar aspectos que al partido gobernante no le gustan.

 

Al margen de la problemática educativa que envuelve al mundo occidental, y en particular a nuestra sociedad española, sería interesante , necesario y vitaL, que las fuerzas políticas mayoritarias dieran un margen de confianza al mundo profesional de la enseñanza, se pudieran de acuerdo en afrontar un consenso como en el caso de la Constitución, dejaran actuar al mundo profesional  de la enseñanza con sus propuestas, y se llegara a un acuerdo estructural y legal para que se gestara una Ley de Educación; aceptada por todos, mimada por todos, cumplida por todos, que no beneficiara más a uno que a otros y que dignificara a los educadores y a los educandos, dando así una avance para lograra la meta fundamental que es la calidad educativa, la formación de nuestros escolares y el desarrollo cultural de nuestra sociedad recobrando los valores básicos del individuo.

     

Esa Ley debe basarse en unos aspectos a consensuar que creemos no se tienen en consideración y que son esenciales para que se logre la calidad de una enseñanza desprestigiada.

 

Hasta la fecha sólo se está utilizando la enseñanza, mas bien la enseñanza pública y sus dependencias para que se aposente en ella la demagogia y la solución de unos problemas sociales que debería atender otro Ministerio en colaboración con el de Educación , porque las necesidades básicas de Los ciudadanos no se deben delegar en los centros educativos para que hagan funciones que no non adecuadas a la técnica educativa.

 

Apuntamos a continuación algunos puntos que los políticos deberán tener en cuenta:

 

·       Adecuación en su totalidad de las dependencias educativas a las exigencias de una sociedad moderna que debe basarse en las nuevas tecnologías.

·       Definición de las competencias de cada actor del acto educativo. Me refiero al papel de los profesores y de las familias.

·       La actuación valiente sobre la reforma de la carrera docente y administrativa de los profesores, así como su capacitación profesional pedagógica en las diversas etapas de acuerdo con las directrices actuales de las ciencias de la educación, dejando a un lado las situaciones corporativas a la que son muy dados los estamentos de secundaria y universitarios.

·       Un papel más responsable de las Universidades en la formación del profesorado.

·       Una colaboración efectiva entre la Universidad y los colegios e Institutos con el fin de que la práctica se instale en la formación del educador.

·       Solicitud de la colaboración de los profesionales docente cuando se vaya a realizar cualquier innovación o cambio de la educación, así como la participación en los foros educativos y en los medios.

·       Control y evaluación del ejercicio profesional para que los más vocacionales, profesionales e innovadores ocupen los puestos de dirección, inspección e investigación educativas.

·       La estimulación económica para que se preste más consideración social a la profesión.

·       Una campaña de prestigio y devolución del prestigio y respeto entre los alumnos y las familias, sin acudir a sentimentalismos trasnochados.

 

Por último una apelación a los profesionales y a las organizaciones asociativas para que aúnen esfuerzos y traten de conseguir una calidad educativa que se basará esencialmente en la profesionalidad de los elementos que integran el estamento educativo.

 Algunos ya estarán pensando que dónde dejo el niño. Pues en primera fila porque si existen buenos profesionales, el alumno se verá gratificado con una enseñanza de alta calidad y con unas  aportaciones al sistema que llevará a los políticos a considerar mejor ciertas aportaciones que sólo hacen que la enseñanza quede estancada o retroceda. Y ya se sabe que hoy y siempre “ camarón que se duerme se lo lleva la corriente” .  Esperemos que el nuevo departamento ministerial emprenda esta tarea de consenso. Sería una forma de hacer política impregnada de una dimensión humana y verdaderamente social.

Alvamar

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